Sunday 9 June 2013

De compras en Pokhara, 09/11/2012

Tomé mi té matutino en el tejado del Kailash, mirando al pico de 'cola de pez' y pensando en las tareas a que me enfrentaba. Lancé la bolsa de la cámara al hombro y emprendí el camino al mesón de Vrim a desayunar. Aparte de desayunar y hecharle un ojo al periódico, tenía otra razón para querer ver a Vrim. Cuando llegó su mujer con mi plato, la pregunté por él; con señales, enseñándome siete dedos y apuntando a mi reloj, me dió a entender que su marido había salido de Pokhara por unos asuntos y que no estaría de vuelta hasta las siete de la tarde. Decidí que después de haber invertido el dia comprando mercancía, pasaría a cenar por el chiringuito y asi mataría dos pajaros de un tiro. Tenía una corazonada,  que mi amigo Vrim podría, tal vez, ayudarme en la busqueda de cierto producto. Era miércoles y antes de salir le pedí a Ram que me sacase un billete para el viaje a Kathmandu, el viernes por la mañana temprano. Eso me dejaba el dia de hoy para comprar y mañana lo pasaría embalando la mercancía para su posterior viaje y envío desde la india, la semana siguiente. Como no iba con grandes prisas, tomé el paseo a la parada de taxis con tranquilidad, parando a tomar un zumo de mango, antes de emprender el viaje al mercado tibetano, en el poblado de Devis Falls, a unos 3km del centro de la ciudad. El viaje a Devis Falls en táxi, salió en 1 euro y me dejó en el centro de un poblado, que tenía su mercado ubicado a cada lado de una carretera polvorienta. Antes de lanzarme a lo que prometía ser unas horas, tediosas y largas, de regateo duro, decidí animarme con una botella de cerveza y una tapita de samosas con dahl. Alimentado y fortalecido me puse a la tarea. Dí una vuelta por el laberinto de puestos, haciendo un reconocimiento previo y oidos sordos a los dueños, que intentaban hacerme parar. Se lo que queria y en que órden; primero me dirigí a un puesto que tenía expuestos unos khukris y un buen surtido de joyeria de piedras semi preciosas. Después de tomar los inevitables chais, conversación irrelevante y una seria sesión de regateo, salí de ahi con 10 khukris y un surtido de collares con pendientes a juego de rubí, jade y ojo de tigre. La próxima parada fue igual que la última, aunque a estas alturas mi habilidad de regateo se vio gravemente debilitada, gracias a una vejiga a punto de reventar a causa de los innumerables chais. Al final salí bastante contento con un montón de carteras de mujer, hechas de seda y unos tubos de bronce fino, encrastado con piedras para guardar palillos de incienso por un precio razonable, sin mucho regateo. En cuanto vi ambas cosas, mi sexto sentido me dijo que serían populares, como los khukris. No estaba equivocado, sabía que me iban a  aportar una buena ganancia de vuelta en España. Mi próxima y última parada, eran las lanas. Me acerqué al dueño del puesto, que estaba frotandose las manos (en serio) y le expliqué más o menos lo que quería y lo que estaba dispuesto a pagar. Me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiese. Me llevo a una enorme habitación trasera, apilada casi hasta el techo con sacos de cañamo repletos de varias prendas calcetadas con lana de yak. Pase una hora moviéndome entre montoncitos suaves de calcetines y zapatillas, gorras, guantes de todos los colores y chales, hechos de la suave lana de pecho de yak. Después de una masiva compra,salí contento ya que me habia quedado dentro de mi presupuesto; tan dentro, que pude comprar unas mochilas playeras de cañamo preciosas. Tambien a mi vuelta, resultarían ser muy populares. Eran las cuatro de la tarde y aún quedaban unas dos horas de luz,  así que me senté a tomar un zumo y un  pedazo de barfi pegajoso antes de emprender el viaje de vuelta al hotel. Pasé unas dos horas con mi colega Pawan, envolviendo los artículos recién comprados con periódico. A continuación me dí una ducha templada que me  supo a gloria y me encaminé a Vrim's, cenar e intentar charlar un rato con él. Al llegar, ya estaba esperándome la silla de mi mesa favorita. Me saludó efusivamente, como siempre y antes de nada me fué a por una cerveza. Cuando volvió con la botella de Gorkha le invité a sentarse a charlar. Me acerque a su cara y le pregunté en voz baja si me podía conseguir una pequeña cantidad de yarchagumba. Le dije que sabía que era una modalidad escasa y cara, pero que sólo precisaba una o dos piezas. Acarició su barbilla de modo pensativo, frunció el ceño un par de veces, como si se le hubiese puesto enfrente un reto herculiano y por fin asintió lentamente. Entre tanto había llegado su mujer con mis momos de bufalo y Vrim se disculpó, diciéndome que iba a hablar con un amigo y estaría de vuelta en veinte minutos. Fiel a su palabra, estaba revolviendo mi café cuando volvió Vrim. Me dijo que había hablado con un anciano que entendía de éstas cosas, explicó que se marchaba a su aldea mañana y que estaría de vuelta el lunes. Yo le dije a Vrim que mañana yo me marchaba a Kathmandú y no volvería hasta el martes, así que no había tanta urgencia, sobre todo porque  no volvía a la india hasta la próxima semana. Entonces me dijo, que a mi regreso a Kathmandú tendría algo de yarchagumba esperándome y que el precio sería unas 250 rupias cada pieza. Le dí las gracias y volví al hotel, donde le pedí a Pawan si me podría traer el té a las 05,30, ya que el bus a la capital salía a las 06,00. Después de haber echado un ojo a las noticias de la BBC,  me quede dormido sobre las 22,30. Estaría en pie a las cinco de la mañana y me esperaba un viaje largo y lento el día siguiente. A todo esto, si quereis saber lo que es la yarchgumba, tendreis que esperar a mi regreso de Kathmandu. 

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